cine

sábado 30 Abril, 2011

The Dreamers
(Bernardo Bertolucci, 2003)

Paris, 1968. En poco tiempo más será mayo y dos hermanos invitan a ser parte de su mundo a un joven estudiante de intercambio estadounidense. Matthew  y Theo  buscan el amor, la pasión y el descubrimiento sexual en Isabelle. Por su parte Isabelle,  aun un poco niña, recién un poco mujer,  provoca desde su sensualidad a ambos.
Theo e Isabelle, siameses separados al nacer, cultivan una extraña relación fraternal. Amantes del cine, es a través de sus curiosos juegos, que sobrepasan la línea de lo “moralmente permitido” e involucran en una suerte de conejillo de indias a Matthew. De esta manera, los tres, comienzan a establecer ciertas  conductas que los harán explorar emociones y erotismos en una serie de juegos mentales cada vez más extremos.
Las singulares maneras que tienen de relacionarse los personajes, nos hace involucrarnos como una especie de vouyeristas, observando desde la ventana de enfrente, mirando por el rabillo del ojo, con curiosidad. Queremos infringir reglas; correr por los pasillos de un museo, gritar y sentir que somos libres.
Bertolucci una vez más nos lleva justo a “ese” límite, límite en  donde no se sabe qué es lo permitido y  lo oculto de las relaciones humanas. Nos muestra justamente aquello que existe y  que, sin embargo, no dejamos que se vea.
Tal como lo hace en El último tango en Paris, Bernardo Bertolucci juega con el filo de lo público y lo privado, con lo sensual y lo erótico, generando una  sensación de asfixia con la elección de ciertos planos, la cual se calma y se agudiza a través de su  fotografía.


The Dreamers

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